Carta de despedida a mi útero y a mi sangre menstrual

Carta de despedida a mi útero y a mi sangre menstrual

Última charla con mi sangre menstrual, antes de ofrecerla a la Madre Tierra

Esta carta forma parte de uno de los momentos más importantes de mi vida, de los momentos más sagrados e inmensos que una, tal vez, ni se imagina que puede experimentar. Llegué a la histerectomía después de un largo camino. Llegué de la mano de un hermoso rito de paso a la plenipausia para el que me pidieron que escriba esta carta.
Soy quien soy gracias a mi útero, puedo transmitir lo que hoy transmito, gracias a él.

Hay mucho más para compartir, de a poquito lo iré haciendo

Querido útero, cuenco sagrado, guardián de mis aguas más profundas, misteriosas… sagrada conexión con mi sangre menstrual…
Estamos a pocos días de decirnos adiós… estamos en esos días en los que las palabras que brotan son: Amor, gratitud, honra…

Llega el momento de tomar caminos diferentes, y me das el regalo más dulce que podías darme, celebrando esta despedida con serenidad, compartiendo este último mes sin dolor
Llega el momento de la despedida… y honrás esta despedida con una última y consciente menstruación…
Siento que a ambos les quiero decir gracias, los amo, los honro: a vos, querido útero, y a nuestra sangre menstrual…

Sangre mía, a veces regular, otras irregular… a veces esperada, necesitada, ansiada… otras veces llegando de sorpresa, alejada de lo previsto, pero siempre, siempre respondiendo a situaciones emocionales importantes… creo que te habrás cansado de que te toque, te huela, te mire, te pruebe, te pregunte…
Pero estoy segura de que también te sentiste honrada, amada, valorada, en cada palabra, en cada rito en el que te pude ofrecer a la Madre…
Resonaste a veces con unas fases de la luna, a veces con otras… Fuiste observada, amada, rechazada, fuiste liberadora de miedos, portadora de mensajes, palabras y hasta oráculos…

Mi última menstruación, en ese cuenco que tantos ritos acompañó

Hoy me bañaba y te vi corriendo por mis piernas, casi por última vez, y fue hermoso sentirte como caricia… ver como te convertías en esa mancha de acuarela diluyéndose junto al agua de la ducha… diciendo adiós.
Gracias, gracias, gracias, por esta última visita (temía que no vinieras y que no pudiésemos despedirnos)… gracias por esta última honra en el jardín.

Y vuelvo a vos, querido cuenco, porque en todos estos años, fuiste mi gran maestro… guardador incondicional de memorias, de secretos, de ilusiones, de anhelos, generador de fuerzas inimaginadas, y de conexión con mi interior más profundo.
Cuenco dormido, cuenco despierto, con agua susurrantes, o con aguas tormentosas que trataban de despertarme a gritos…
Fuente de mi poder creador.
Puerta de acceso a mi linaje femenino.
A vos te agradezco que me regales esta última menstruación, que entiendo como las perfectas palabras del adiós…

Llegó el momento de la despedida, llegó el momento de cerrar esta etapa, cerrarla con balances, con recuerdos, inevitablemente haciendo un recorrido hacia atrás, que concluye en la infinita gratitud
¿Quedará algo por decirnos?
Qué podría decirte que no hayamos ya conversado, en momentos de ofrendas a la Tierra, en el baño, mientras compartíamos sangrados y dolores, en la cama…

Compartimos años de una relación vertiginosa, de aceptación y de negación, de rechazo y de amor… y también de co-creación
En esta relación que ya está tan próxima a cambiar de forma… aprendí tanto de vos… gran maestro!
Siento que nada lo hice sola, que todo lo que hicimos lo hicimos juntos, el camino recorrido fue perfecto… cuando comenzamos a participar de ritos del útero, cuando comenzaron a caer las fichas de que nuestra relación era más que física… cuando comenzamos a compartir con otras mujeres ritos y ceremonias, cuando abrimos la energía a los hombres, cuando fuimos aprendiendo eso que ahora ni dudamos: “sana una, y sanamos todas”… cuando enarbolamos la bandera y la idea tan ambiciosa de cambiar la conciencia colectiva del dolor y del miedo… por esa afirmación a la que cada día con más fuerza adherimos de que el vos (y todo lo que tu nombre significa) sos y estás, “para crear, y dar luz a la vida…”

Fuiste un compañero fiel y leal, fiel reflejo de mi vida, traduciéndolo al interior en todas las formas que se te ocurrieron hasta que te pude oír. Ahora comprendo todavía más eso de que “como es afuera, es adentro”: guardaste incondicionalmente todo aquello a lo que me quise aferrar, te hiciste eco de aquello que tal vez no podía expresar con palabras.
Fuiste un compañero tan poderoso… me enseñaste a parirme cada paso, a dar a luz a tantos momentos de mi vida… a saber y estar convencida de que la fuerza creadora nos habita, y ese centro creador es tu mismísima energía.
Te esmeraste, te esforzaste para que te escuchara… y me llevó tiempo hacerlo.
Te negué, te rechacé, también te quise retener a cualquier costo, aprendí a amarte, a sentirte, a verte… pero no te escuché hasta que no fue el momento, y cuando llegó el momento, llegó desde el amor, la aceptación, el desapego, desde la gratitud y la honra…
Tendimos redes, tejidos, construimos… literalmente nos enredamos, pero pudimos encontrar la punta de ese ovillo, y comenzar a ordenar la maraña.
Tantas veces repetimos “Yo libero a la mujer que hay en mí…” sin darnos cuenta de que iba a llegar el momento, este momento, de liberarnos a nosotros mismos…
Hoy te libero, prontito saldrás de mi cuerpo y juntos nos liberaremos del dolor, del cansancio, de las ataduras que durante este tiempo sostuvimos. Ojalá me dejen verte cuando estés fuera de mí, ojalá pueda tener ese momento físico, para tocarte, mirarte con los ojos del cuerpo, tal vez hablarte, y decirte, repetirte sin que me canse… Gracias!!
Gracias por haberme habitado
Gracias por haberme abierto los portales a mi linaje
Gracias por no bajar los brazos, hasta que pude oírte
Gracias por haber sido mi útero.

Seguirás presente en cada Luna Nueva, en cada rito, en cada ceremonia… y en esos momentos, te honraré!

Ser Una con el camino

Ser Una con el camino

Más o menos por julio o agosto de 2021, en un encuentro con parte de la familia de San Juan, uno de los primos nos contó que había hecho la promesa de ir caminando a la Difunta Correa, e instantáneamente, Juan y yo dijimos que iríamos con él. Se trata de un recorrido de aproximadamente 37 Km. que va desde Caucete hasta el santuario ubicado en Vallecito, un recorrido paralelo a la ruta, caminando por lo que se llama «la senda del peregrino», y pasando por una hermosa y al mismo tiempo intensa «Cuesta de las vacas».

Seríamos tres: Juan, José y yo, quienes en octubre emprenderíamos nuestro andar por esa senda… y así fue.

Pero… (me encantan los pero que hacen lindas las historias) el viaje no hubiese sido igual sin toda la previa en La Plata: entrenamiento en intensidad y trayectos recorridos de las caminatas: pasamos de las caminatas de 8 km, a tener distancias cada vez mayores: 12, 18, 21, 24, 27, 31 km… por lo general eran los sábados los días de salida, llevando fruta, líquido y más peso en la mochila.

Esto era en relación al esfuerzo físico, pero yo quería llevar un propósito espiritual, energético, de conexión con todo lo que allí se viva, y comencé a repetirme a mí misma «Ser una con el camino»… idea que me acompañó los últimos sábados de «entrenamiento».

El día del encuentro, el día de la caminata, ya estaba fijado: sería el 8 de octubre, a las 6:00 am, saliendo de una estación de servicio que se encuentra en «la punta de la diagonal» de Caucete… sería de noche todavía, y eso nos permitió ver como amanecía en el camino.

Pocos días antes de este viaje, en un grupo de WhatsApp en el que me encuentro, nos proponen una consigna para compartir: «Ñañay (hermana) tenemos un vínculo, te cuido y te protejo, me cuidas y me proteges» y esto también lo llevé al camino, ya dándole forma a ese deseo de sentirme «una» con él, sentirme en unidad con todo ese trayecto: Generaría un vínculo con el camino, al verlo, sentirlo, tendría una identidad, sería un compañero, y juntos nos cuidaríamos, nos protegeríamos, e iríamos en conversación (casi) permanente. Y no terminó ahí, porque al comenzar a caminar me pregunté «¿Qué me dice el camino, qué me enseña?

Salimos de la Estación de Servicio de Turcuman Hnos.

Y así comenzamos a caminar, por la banquina hasta el inicio de la Senda (unos 15 minutos) y luego por la Senda del Peregrino.

Me presenté al camino y le ofrecí mi intención: cuidarlo y protegerlo, ser una con él, oírlo, sentirlo… Invoqué al Gran Espíritu, también a la Madre María, y comencé mi diálogo interno con el espíritu de la Sierra de Pie de Palo, guardiana del lugar, con las plantas, con las aves, con la tierra gris y con los médanos que cada tanto aparecían.

Cuesta de las Vacas, a 833 msnm

Comenzamos muy entusiasmados, entre risas, anécdotas, recuerdos familiares, conversaciones más profundas, compartires que en otras circunstancias tal vez no se dan, y también silencios… hermosos silencios…

José, quien estaba cumpliendo su promesa, no había tenido un tiempo de preparación para estos 37 km… y cuando comenzamos a subir la Cuesta de las Vacas, sus piernas comenzaron a hacerse sentir… La altura y el calor Sanjuanino no pasaban desapercibidos tampoco… y es ahí donde el camino comienza a protegernos, y nosotros nos protegemos entre nosotros, y nace un vínculo que va más allá del sanguíneo: surge la hermandad…

Faltaba poco, había cansancio y emociones

Pasaban las horas… al principio el ritmo que llevábamos era de unos 10 minutos por kilómetro… luego comenzó a aumentar… 11… 12… 13 y más… algunas paradas necesarias también, y entre algunas melodías que se me pasaban por la cabeza, el corazón y la voz… también había silencios cada vez más prolongados, silencios y miradas atentas, cuidados…

Casi llegando al «arco» de entrada a la Difunta Correa José nos abrazó… lo estábamos logrando, estábamos llegando a la meta, y el camino habló. Supe ahí la respuesta: El camino que para mí era de una conexión espiritual, no religiosa, me mostró la fuerza de la Fe, la fortaleza de aquella energía que se respira cuando uno va al santuario de la Difunta y ve tantas expresiones de agradecimiento, la fortaleza de José dándole gracias por aquello que le había pedido, y la Difuntita le había concedido.

Ya en el santuario, aquí se siente… no hay palabras

Cuando cruzamos el arco lo hicimos abrazados, juntos, unidos y hermanados por el camino, la gratitud, la emoción, la alegría! Y ahí, al poquito andar, ya nos sacamos las zapatillas, y nos regalamos riqísimos sanguchitos de pan casero… sabiendo, cada uno, que el regalo era más inmenso… sintiendo yo la emoción de haber sido, finalmente, una con el camino

Nuestros 36,11 km de conexión: con nosotros mismos, entre nosotros, con el camino…

Encontré este artículo que, a quién desee saber un poquito más, le va a dar linda información http://www.travelsanjuan.com.ar/difuntacorrea.html

Día de conexión conmigo misma

Día de conexión conmigo misma

A veces me levanto con ganas de regalarme algo que me guste, que me haga bien. Algunas veces será un regalo de los que se compran, muchas veces son mates o infusiones, caminatas conscientes, alguito de yoga, pensamientos de gratitud…
Hoy es uno de esos días… un día lluvioso de finales de enero, un enero de cuarentena y covid en casa, un día de luna llena (la Madre!)… será por eso que tengo ganas de maternarme, de mimarme, de cuidarme, y… claro que sí, me lo brindo, me lo ofrezco, me lo regalo…

Mi lugarcito de hoy

Los días como éste, a los que me encanta llamarlos «días de conexión», todo lo transformo en un ritual, en un momento especial, haciendo consciente la magia del momento, consagrando todo aquello que hago para mí: encender una vela, también un sahumo, recitar un mantra (hoy se vino a mi corazón el Ho’oponopono, así que aquí tengo también mi «japamalita» al que me gusta recorrer con mis dedos mientras recito esas hermosas palabras)… y como no puede faltar, un oráculo, una cartita que me ayude a intencionar este día… la carta de hoy me invita a vibrar la «Comunidad» y dice así: «Este es un buen momento para compartir ideas y compartir energía también. Estas mujeres capturan esta energía, vibrante y de apoyo, que todos pueden celebrar. Esto representa también la comunidad espiritual»… y acá estoy, compartiendo esta energía, esta idea de dedicarnos un ratito a nuestro Ser

¿Mi pensamiento de gratitud? Doy gracias porque Juan ya está mejor, eso acaricia mi alma!

Y vos… tenés tus ratitos de conexión?

Ojalá que sí

Abrazo conectivo lleno de amor,

Lore

Manojito de hierbas y flores sanadoras

Manojito de hierbas y flores sanadoras

El aroma nos inunda!
Los preparativos nos conectan!

El momento de creación ha llegado…. un hermoso diálogo con ramitas de cedro, lavanda y romero, un bellísimo intercambio de energías…

Cedro tomado con honra y reverencia del parque de mi barrio, que se ofrece como una extensión de mi patio.

Lavanda y romero, ambos en flor, tomados de las macetas de mi casa…
Mágico y sanador momento de dar a luz, de ver nacer este manojito de aromas que me acompañará de cerca mientras se seca, y me regalará sus aromas al momento de convertirse en sahumo.

Gracias infinitas a las plantitas que mi Tierra me ofrece!

Esto nos brindarán estas hierbas:

Romero: Tiene propiedades de limpieza y purificación. Despeja energías de baja vibración. Se utiliza también para la protección del hogar. Nos ayuda distinguir entre lo que es necesario y lo que es accesorio. Ordena las prioridades.

Cedro: Promueve la paz y la armonía. Restablece el equilibrio físico, mental y espiritual. También limpia y libera de energías de baja vibración. Restaura los espacios sagrados y de sanación.

Lavanda: Es la gran planta fluidificadora. Libera las emociones, nos conecta con la paz a dónde no hay descanso. Reduce la ansiedad, el estrés, favorece la relajación y la transmutación. Elimina la irritabilidad. Produce frescura, y una hermosa sensación de amor y felicidad interior. También podemos dejar colgando un ramito de Lavanda en nuestro hogar, para promover el amor entre quienes lo habitan.

Mates amorosos en un soleado día de invierno

Mates amorosos en un soleado día de invierno

A veces pienso en mí más que otras veces… A veces mi cuerpo me pide atención, tal vez más amor, más mirada… y hoy es un día de esos… un día en los que el frío entra en el cuerpo a pesar de tener la estufa prendida, el solcito en la ventana…
A veces me doy cuenta del llamado de mi cuerpo, y me dedico a mí… Pongo una musiquita que me guste, que me brinde aquello que estoy necesitando, y… me preparo un mate, un mate especial, un mimo, un obsequio para mí.

Este es mi matecito de hoy: yerba, una flor de lavanda con algunas de sus hojitas, dos hojas de orégano, una rodajita de jengibre y una ramita de canela…
¿Si esos sabores combinan? No lo se… pero me resultan tan sabrosos! Me brindan tanto amor… que me pareció hermoso compartirlo!
Lore🌺